viernes, 19 de febrero de 2021

LAS CUEVAS DE LA VIZCAÍNA.

 

LAS CUEVAS DE LA VIZCAÍNA.

La Gomera – Islas Canarias.

Jueves, 21 de enero de 2021.

Mi querido lector o lectora, cuando voy a hacer una ruta tengo que estar motivada de antemano porque de lo contrario cualquier contratiempo me echa abajo mis planes, como casi ocurrió en esta caminata.

Buscando yo algo con lo que sorprender a mis amigos, vino a mi mente unas cuevas viviendas que hace muchos años visité guiada por personas que conocían el lugar, incluyendo su nombre, pues no aparece en los mapas.

Se trata de Las Cuevas de La Vizcaína, situadas en la falda de la Montaña de Tagaragunche o del Calvario, por la parte que mira hacia el mar, es decir, al sur, en el municipio de Alajeró.

De entrada, tengo que decir que no hay señalización alguna, por lo que voy a insertar fotos del sendero para que te puedas guiar, y describirlo lo más detallado posible.

Nos situamos cerca de la Plaza de la Iglesia de El Salvador en Alajeró, junto al Ayuntamiento, donde hay unos aparcamientos, un parque y un kiosco.

De aquí partimos también en nuestra ruta anterior de “Las Casas de la Negra” entrada del 23-01-2021.

Podemos dar una vuelta a la Iglesia, que data del siglo XVI, construida en piedra, cuyo pórtico es una auténtica joya del estilo renacentista.

Iglesia de El Salvador.

Con la misma, bajamos por la calle Fagundo, que es la carretera principal del casco de Alajeró, y a los pocos metros llegamos a una intersección, seguimos a la izquierda, unos pocos metros, y tomamos la primera bajada a la derecha, que va a dar justo al Hotel El Paso, ahora cerrado.

Continuamos caminando hasta tener enfrente la Montaña de Tagaragunche, en cuya cima está la Ermita de San Isidro. Aquí hay dos opciones dejar la carretera y bajar por la derecha de la montaña o seguir por la carretera y bajar por la izquierda de la montaña.

Montaña de Tagaragunche o El Calvario.

Nuestra ruta de hoy es la segunda opción, así que, seguimos por la carretera hasta encontrarnos el camino bien ancho que está a la derecha. No está señalizado y, por lo tanto, nos podríamos pasar de largo.

Recomiendo estar atentos a dos paredoncitos de piedra que nos muestra los lados del camino. Una vez en él ya no hay pérdida.

Entrada del camino.

El camino transcurre entre huertas, ya abandonadas, y la vegetación propia de esta zona de la Isla, tabaibas, verodes, rasposas, como las llamo yo, o tasaigos (Rubia fruticosa), jaras, tajinastes blancos (Echium aculeatum), palmeras, tuneras y piteras.



Encontramos un ganado de cabras, lo que indica que todavía existe la actividad ganadera en la zona.

Empezamos a descender por el camino, que es bastante ancho y de lajas lisas, ¡cuidado no resbalar!, hasta que llegamos a una cañada donde se termina el empedrado y comienza a subir, cambiando el suelo a tosca roja.



Ya estamos en el lugar donde nuestros antepasados han aprovechado las cuevas naturales para hacer sus viviendas o para encerrar el ganado.

Subiendo por el sendero de tosca roja.


Me imagino que posteriormente fueron acondicionadas con más comodidades, según la época, como puede observarse en sus paredes de bloques de canto, el encalado, la teja marsellesa (nosotros le decimos teja inglesa, aunque no sea así) …

Cueva y casa en lo alto, al fondo.



Cueva vivienda.





Horno junto a vivienda.

Cuando terminamos de visitar casi todas las cuevas, nos dispusimos a continuar el camino, por donde yo había ido anteriormente.

Y… ¿Qué pasó?... ¡¡¡No había camino!!!

Te aconsejo que sigas esta otra ruta: Subir un camino que se ve bien claro, hasta una casa que está en lo alto y bordear la Montaña del Calvario, regresando al punto de partida.

Pero nosotros no hicimos eso. Todos queríamos encontrar el camino.

Así que nos pusimos a buscar con lo único que sabíamos: era por la cañada.

Como entre mis amigos hay varios buenos rastreadores de senderos perdidos, nos aventuramos a atravesar la cañada, justo donde empieza el sendero a las cuevas. Te aseguro que, al principio, sólo iban siguiendo su intuición, yo, detrás, pensaba - ¿dónde los he metido?

Rastreando el camino.

Recordaba perfectamente que en ningún momento se perdía el sendero, que un derrumbe caía sobre de él, que terminaba en unas huertas y una escalera muy bien hecha de tosca roja.

Caminamos campo a través hacia la izquierda, bajando ligeramente. No se puede subir porque la altura a salvar sería mayor.

¡Por fin encontraron el camino! 

Bajando a la cañada.


Seguimos bajando.

Estaba muy deteriorado, pero se veía claro, bajando hacia una nueva cañada donde estaba el derrumbe que recordaba, cruzamos dicha cañada y seguimos el sendero ahora de tosca roja.

Al cruzar la cañada.



Viendo la  pista del Revolcadero.

Las dos cañadas que nos acabábamos de encontrar vierten sus aguas en el Barranco de Ereses, un profundo barranco con una playa en su desembocadura, y que separa la Loma del Revolcadero con la Loma de Juan Barbas.

Ya en el último tramo, encontramos las huertas y seguimos por la derecha buscando la escalera, que daba a la pista que viene del Revolcadero, conocida como la pista de Don Álvaro, porque fue la compañía de Don Álvaro Rodríguez López y Hermanos quien la construyó para dar salida a los tomates que se cultivaban en las fincas de esta zona, y que comunica también con la lomada donde está el aeródromo que hicieron en Las Petroleras, justo encima de la Punta del Becerro, que es la parte más al sur de La Gomera.

Efectivamente, había una escalera de cantos rojos, por la que llegamos a la pista y seguimos hacia la izquierda. Estaba llena de hierba… una maravilla… La Gomera toda …después de estas lluvias.

Bajando la escalera.


Escalera y pista.




Continuamos hasta encontrar un nicho con la Virgen del Carmen y el Ángel de la Guarda, antiguamente se hacía fiesta aquí.

Dejamos la vertiente del Barranco de Ereses y pasamos a la lomada llamada Juan Barba, que es donde antiguamente estaba el vertedero de basura, ya rehabilitado.

Barranco de Ereses.

Terminamos nuestra ruta en el antiguo taller de empaquetado de tomates “La Roseta”, después de haber caminado 6 kilómetros aproximadamente.

Al terminar la pista hay una parada de guaguas, por donde pasa la Línea 3.

Vosotros si queréis podéis seguir hasta el aeropuerto, Playa de Santiago o bien subir a Alajeró, según vuestras fuerzas.

Espero que cuando volvamos a hacer la ruta esté el camino más visible.

Salvo el trozo de camino perdido, la excursión estuvo genial y a todos nos gustó, a unos porque no conocían este rincón y a otros porque es agradable volver a este lugar tan entrañable que nos habla de la historia de su gente.

CONSEJO:

No cojáis nada de las cuevas -viviendas visitadas.

No abráis puertas para dejarlas abiertas.

¡Respetemos el lugar!

BIBLIOGRAFÍA:

http://www.ayuntamientoalajero.es/index.php/el-municipio/alajero/90-el-municipio/alajero

 https://www.autopromotores.com/tipos-de-tejas/

 https://endemicascanarias.com/index.php/es/allcategories-es-es/46-endemicas-compartidas/h-p-g-t/624-echium-aculeatum

 https://www.atlasruraldegrancanaria.com/fichas_int.php?n=352

 https://www.eldiario.es/canariasahora/lagomeraahora/cultura/alvaro-rodriguez-lopez-canarias-xx_1_4827211.html

 











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